Un intenso cosquilleo
me provoca tu mirada
y me recorre un deseo
por ti, por todo, por nada.
No tengo ya objetivo
aparte de a ti tenerte
en mis brazos; sólo vivo
por, otro día más, verte.
Tu pelo, caído en tus hombros,
fijación de los más dulces
logros. Bajo los escombros
yo sepulto dos verdades.
Una; no hay para mí
más razón que tu sonrisa
y tu cuerpo; y para ti
soy multitud indecisa.
¡Cuántos fallos cometí,
e hice tantas locuras!
Por causas que fácil ví
nobles, reales, honradas.
Tan profundas y legítimas
las vi, que las perseguí
con el alma y las balas
que yo nunca conseguí.
Dos; te amo y necesito
como el Sol un clavel
Vivo por el infinito.
Por tu amor, Isabel.
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A ver, tú, comenta, pero con moderación. ¡Tranquilízate o tendré que sacarte esos sucios ojos de sus cuencas!